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Norman Mejía

(1938 - 2012)

 

 

 

 

 

 

 

 

“Norman Mejía fue artífice de la "tercera renovación" artística a nivel nacional. Así lo entendió Marta Traba al escribir sobre su estupenda exposición de 1965, que consideró 'un punto de partida hacia una apertura del arte colombiano, que lo descuadre de sus convenciones' ..... Mejía no pintaba ni como Obregón ni como Botero sino como Mejía. He ahí su mérito, aunque aquí y allá hubiera dosificadas reminiscencias de Wilhelm de Kooning y de Francis Bacon. Con una voluntad que terminó por apartarlo de galerías y museos, Mejía se salía de la norma seguidista empobrecedora, posición que por cierto compartía con el dibujante caleño Pedro Alcantara."  (Medina, 2000)

 

Su obra, partícipe de esta muestra “la horrible mujer castigadora” ganó el primer premio de pintura en el Salón Nacional de artistas. “La horrible mujer castigadora soy yo!” tuvo que gritar el artista en su momento, queriendo decirle a todos aquellos rezagados en la comprensión de la evolución del arte moderno que más que reflejar pasivamente una parcela de la realidad, lo que el artista hacía era interpretar el sufrimiento de miles y miles de mujeres y hombres colombianos que vivían a diario las horrible noche de la violencia sociopolítica nacional.” (Celis, 2012) Con ello, comenzó a ser profundamente admirado por los críticos - sobretodo por Marta Traba- sus atributos pictóricos expresionistas y su profundo autodidactismo lo llevaron a ser aclamado en el universo pequeño del arte colombiano. Su violencia y su mordacidad narradas a partir de la sangre en “no dispares más que estamos muy heridos” y en muchas otras obras artísticas de su autoría lo llevaron a realizar una fuerte crítica en contra de las manifestaciones de la barbarie en la sociedad.

 

“Sus últimos siete años transcurrieron literalmente en la oscuridad. Cubrió las ventanas de su apartamento con bolsas de plástico negro, de la misma manera que filas de cuadros arrumados impedían la entrada del sol. Una luz vaga iluminaba su habitación y su estudio, y siempre estaba acompañado por dos ventiladores que le ayudaban a mitigar el calor. Por su fuerte carácter y su indomable terquedad, hoy existen más de 5.000 obras del artista que el país no conoce. Testarudo, necio y excéntrico, pero también genial, alegre, ingenuo y generoso, Mejía murió creyendo en su pintura, se fue sabiendo que se salió con la suya, partió acompañado de esos espíritus que juraba lo acompañan siempre. Queda su obra: miles de lienzos escondidos que esperan, tal vez, por fin, salir a la luz”. (Cabrera, 2012)

 

“No me interesa exponer, porque en realidad no necesito que me halaguen ni que me confirmen nada. Soy una exposición abierta, el que quiera ver mi obra, puede venir y verla" (Mejía, 2009)

 

No dispares más que estamos muy heridos

1962.

Óleo sobre tela

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La horrible mujer castigadora

1965.

Óleo sobre tela

(8204 x 147 cm)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© 2015 By Laura Paola Fajardo Leal. Created with Wix.com

La policromía del espejo: una narrativa de la violencia colombiana by Laura Paola Fajardo Leal is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://arualeal1800.wix.com/fajardolaurapaola

 

 

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