
Tema musical: "para la guerra nada" Martha Gómez

La policromía del espejo:
Una narrativa pictórica de la violencia colombiana
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Facultad de Ciencias y Educación.
Licenciatura en educación básica con énfasis en Humanidades y Lengua Castellana
Laura Paola Fajardo Leal.
20122160059.
Carlos Granada
(1933 - 2015)
La crítica “artística” colombiana proclama la transgresión de la moral pública y la violación a la misma que se convierte en una constante en la obra de Granada. “Después de la categórica orden impartida a Carlos Granada por los directivos de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá promediando el año de 1960, de omitir siete de los cuadros de su exposición bajo la acusación de perturbar la moral pública, el pintor irrumpió con medio centenar de estudiantes de Bellas Artes de la Universidad Nacional a las silenciosas instalaciones del lujoso recinto, y con arengas y gritos contra la moral burguesa, la represión religiosa y la sociedad conservadora, enfrentaron a los vigilantes y a los burócratas de la cultura, y descolgaron todas las obras de la exposición que combinaba como siempre las dos miradas del artista sobre el mundo: el erotismo como símbolo de la vida y la violencia como cruenta expresión del reino de la muerte Muchos de los sobresaltados lectores que se encontraban en la Biblioteca, ganados por la magia del escándalo, decidieron participar de la inesperada marcha que comenzó su recorrido por la calle Once para desembocar en la carrera Séptima, y gritando agudas consignas notaron cómo la multitud crecía al ver la surrealista imagen de los enormes óleos de Granada, de las exuberantes mujeres desnudas y de los cuerpos mutilados desfilando en lienzos por las calles céntricas. La manifestación se hizo incontrolable y decidieron exponer allí, a la intemperie, en la esquina de la Avenida Jiménez, para todos los caminantes, la obra censurada. Los funcionarios públicos, los mendigos, las beatas, los niños que habían escapado de los colegios, los comerciantes y todos los curiosos transeúntes, opinaban sobre la exposición callejera, y surgieron de todas partes oradores improvisados que subían a un atril previsto para los policías de tránsito, a lanzar desde allí arengas contra la autoridad, contra los obispos y los políticos, e incluso no faltó quien durante varios minutos, con oratoria torrencial, insultaba a los artistas oficiales del país, debatiendo sobre la importancia inalienable de la libertad del arte. (Osorio y Cristo, s.f “La persistencia de la memoria”)
La obra de Granada está impregnada del erotismo, del expresionismo metamorfoseado en un carácter intimista, social y político. Su obra no titulada perteneciente a la presente muestra genera una ruptura de su hábito pictórico con relación a la controversia por la exaltación a lo corpóreo y lo macabro y abre otra: la barbarie. A pesar de que la pintura no relata un suceso histórico específicamente permite entrever una acción constante propia de la materialización de lo violento: el uso de las armas. El cuerpo al cual se dispara va despojando de su imagen el color blanco para teñirse de su misma sangre, un rostro sin nombre y sin identidad a manos de un ataque bélico sin ninguna definición ni justificación aparente.
S.T
(De la serie “El color de la vida, el color de la muerte”)
1976 aprox

