top of page

“¡Hasta cuándo, carajo!”

Alejandro Obregón, 1983.

 

 

Justificación.

 

Para unos cuantos la realidad de la violencia colombiana es un espectáculo lucrativo, en situaciones diversas nos preocupamos más por ganar un concurso de belleza, por los alegatos políticos de otros países ajenos al nuestro o simplemente por mantener nuestra imagen individual tal y como queremos que sea. No obstante, hemos olvidado en qué situación nos encontramos inmersos y aunque existan veces en las cuales no queramos asumirlo simplemente le damos la espalda a la verdad.

Es necesario comprender que los actos de barbarie no hacen parte de novela de ficción ni mucho menos de un cuento de hadas. La historia que hemos reproducido por tantos años aún no ha dejado de escribirse y la pintura colombiana como toda expresión artística constituye otra manera de narrar esa historia.

 

 

Definición.

 

Bernard Shaw decía que los espejos se empleaban para verse la cara y el arte para verse el alma. Quizá olvidó contemplar que los espejos no sólo reflejan rostros y el arte no solo hace las veces de anteojos para ver más allá de lo físico, probablemente Shaw pasó desapercibido el hecho de que el arte puede asumir el rol del espejo y que a través de sus distintas manifestaciones puede narrar las vicisitudes de la vida humana.

Esto último es una de las muchas razones de ser de este trabajo en el cual posiblemente no existen innumerables tecnicismos y los típicos abordajes a los que estamos acostumbrados a mirar la sociedad desde la academia. Sin embargo, la necesidad de observar y comprender más que de ojear e ignorar se encuentra por encima de cualquier linealidad.

 

La pintura como una de las expresiones más sublimes del arte a lo largo de la historia de la humanidad ha adquirido progresivamente un carácter social que no la hace ajena a narrar el paso del tiempo y todo lo que subyace en él.

 

En Colombia, la pintura se alimenta del seno de la narrativa y es la voz que cuenta la esencia de las cosas; así como existen pintores colombianos como Luis Caballero que reescriben la identidad del cuerpo y la condición del ser a través del mundo extraordinario de lo figurativo; como Francisco Cano que describe entre muchas otras cosas la seducción y el esplendor del paisaje colombiano y su gente; como Eugenio Zerda que personifica en el lienzo las actitudes y distinciones de la sociedad bogotana de su época y por qué no como Arce y Ceballos representante de la Colonialidad española y la ostentosa dimensionalidad a manos de Fernando Botero entre muchos otros más que resultaría dispendioso nombrar también existen pintores en Colombia que sin desconocer el horizonte político y cultural del país conceden a la sociedad la posibilidad de descubrir e interpretar la otra orilla de la situación de sus habitantes, de los verdaderos protagonistas.

 

A partir del siglo XX en Colombia surge una ruptura canónica del arte y es este acontecimiento significativo el que da lugar a desempolvar el espejo y sacarlo a un lugar visible de la historia. Es así como pintores ahora reconocidos quizá por muchos, quizá por pocos como Alejandro Obregón, o Débora Arango y otros aún menos conocidos como Germán Londoño o Pedro Alcàntara entre otros más que se encuentran contenidos en el análisis que realiza el presente documento, intervienen y asisten al proceso de reconstrucción histórica de todo un país que no es sólo paisajes espléndidos, rostros y retratos galantes, religiosidad etc, sino que también es un país de crímenes de estado, impunidad, desarraigo, barbarie, violación de derechos humanos entre otros hechos que no aparentan ser transitorios para una nación bañada en sangre, sangre desconocida para muchos.

El camino que recorre la memoria colombiana puede verse desde los ojos del lienzo, lienzo que constituye el lente por el cual se puede vislumbrar y comprender las causas y los efectos de una guerra que no culmina.

 

 

“Una pintura es un poema sin palabras”.

Horacio

Objetivos

 

  • Diagnosticar de qué manera la pintura colombiana constituye una fuente de narrativa de la situación de la violencia colombiana

 

  • Fundamentar teóricamente el modo por el cual la representación pictórica colombiana manifiesta, reescribe e interpreta la violencia, sus causas y consecuencias.

 

  • Diseñar una propuesta didáctica fundamentada en las relaciones conceptuales y prácticas entre pintura-violencia-historia para desarrollar desde el aula un proyecto transversal pensado para la educación básica secundaria encaminado hacia la reconstrucción de la memoria vía las obras pictóricas colombianas y el conocimiento de la historia de la nación aislado de la teorización de la misma.

 

 

Metodología

 

El documento en mención desarrolla el tema fundamental a partir de los siguientes aspectos:

 

 

  • Realización de un breve estado del arte a través de una “rejilla de selección” de los pintores colombianos cuya obra ha influido significativamente en la narrativa de la violencia en Colombia

 

  • Realizar un análisis a partir de los resultados obtenidos con la finalidad de seleccionar los autores y las obras más significativas.

 

 

“El arte es la grandiosidad de lo trágico”

Francisco de Goya.

© 2015 By Laura Paola Fajardo Leal. Created with Wix.com

La policromía del espejo: una narrativa de la violencia colombiana by Laura Paola Fajardo Leal is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en http://arualeal1800.wix.com/fajardolaurapaola

 

 

bottom of page